El Oro de Atahualpa
En 1553, Francisco Pizarro
exigió un rescate a cambio de la vida del emperador Atahualpa. El soberano
prometió llenar una habitación de oro, y cumplió su palabra. Quien no lo hizo
fue Pizarro, que aun así lo mandó ejecutar. En venganza, los incas robaron el
oro y al parecer lo arrojaron al lago Yanacocha, en la región de Llanganati, en
los Andes. En 1700, el español Atanasio Guzmán fue en busca del oro, y aunque
no lo encontró, hizo un mapa de la región.
No todos los mapas de tesoros están dibujados. Algunos están
escritos, como los famosos manuscritos del Qumrán, considerados como el primer
documento conocido que habla de la existencia de varias fortunas escondidas. Ya
que entre otras cosas, los manuscritos señalan sesenta emplazamientos en
Oriente Medio, donde supuestamente estarían escondidas varias fortunas en forma
de oro. Numerosos cazatesoros han tratado de encontrarlas, pero no lo han
conseguido.
Este códice se trata de un documento controvertido. Recibe el
nombre de Mapa de Lue y, supuestamente, es un gráfico encriptado que revela el
escondite de un tesoro nazi en EEUU: cien toneladas de lingotes de oro que
Hitler envió a sus quintacolumnistas. Cifrado en símbolos masónicos, se ha
convertido en un icono de la cultura popular.
El botín de Jesse James
En 1930 falleció un anciano minero llamado Ben Morton. Había
pasado años buscando en las montañas de Missouri el supuesto botín enterrado
por el pistolero Jesse James. Entre sus
pertenencias apareció un extraño documento que desde entonces ha sido conocido
como El Mapa Wolf, ya que está presidido por la imagen de un lobo. El mapa resulta completamente indescifrable, y se piensa que
es un fraude.
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